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Hace ya tres o cuatro fines de semana me ocurrió algo muy extraño. Era sábado por la noche y o salía o me sacaban a tirones de casa, así se presentaba la situación. Llevaba toda la semana fustigándome con el látigo como yo sólo se hacer, pero parecía que había tocado techo (o no me quedaba más piel que arrancarme) ; porque ante mi natural predisposición a encerrarme cual monje de clausura y pensar en como arreglar los problemas del mundo, me duché, no me afeité, pero eso si, estrené esa camiseta que me trajeron de un viaje a Almería (la excusa que me ponían para obligarme a salir de casa).
Y entonces obró el milagro. No se cómo ocurrió, porque ni aún había bebido nada ni me había tomado ninguna salsa en mal estado, pero comencé a reirme de todo y de todos, empezando por mi mismo. Era como si desde arriba, cual Dios Omnisciente, estuviera descubriendo cada una de las historias particulares de los mortales y les encontrara sentido. Y no sólo les encontrara sentido, sino que incluso sabía el motivo por el que ocurrían las cosas, el camino marcado que sale desde el vientre de la madre y nos conduce hasta la barca de Caronte. Durante esa noche, en pequeños flashes descubría las alegrías de los que me rodeaban y lo más curioso, con una sonrisa serena fui incluso capaz de aliviar algunas penas. Con las yemas de los dedos acariciaba pensamientos ajenos y asentía al descubrir hacia donde se dirigían, como si los conociera desde que abrí los ojos al mundo. Pero este fantástico poder desapareció justo al día siguiente...No se si fueron los efectos del ron-miel o que el hechizo de la hermosa media luna que navegaba por el cielo aquel sábado se esfumó. Y lo peor de todo, es que descubrí el camino de todos menos el mío propio (¡Ay Amelie, Amelie!). Será por eso que dicen que los adivinos pueden leer el futuro de todos menos el propio...
Al recibir ayer en el correo la traducción de mi recién descubierto Mazonakis, se me pusieron los pelos como escarpias y trajo a mi mente ese sábado de luna mora y de poderes sobrenaturales.
Σαν ήμουνα παιδί
είχα ονειρευτεί
κάποια μέρα να πετάξω
Τον κόσμο να κοιτώ
απ' τον ουρανό
και τα λάθη του να αλλάξω
Σαν ήμουνα παιδί
φέρθηκε η ζωή
άδικα πολύ σε εμένα
Σου λέω δε θέλω να χαθώ
Όμως δεν μπορώ θεέ μου
το κακό να σταματήσω
Σαν μέσα μου χυθεί
νιώθω πως και συ
νιώθω σαν θεός και δυνατός για μια στιγμή
Μα ύστερα από λίγο το όνειρο τελειώνει
και το σώμα μου αρχίζει να παγώνει
Τρεμοσβήνει ζωή σαν φλόγα από κερί
Θεέ μου σου ζήτω συγνώμη αν τώρα κλαίω
Πριν χαθώ όμως πες μου ένα τελευταίο
που ήσουνα το βράδυ εκείνο που ήμουνα παιδί
Σαν ήμουνα παιδί
είχα ονειρευτεί
κάποια μέρα να πετάξω
Σου λέω δε θέλω να χαθώ...
Te dices no quiero perder mi camino,/ sin embargo no puedo, Dios mío,/ detener la maldad./ Como dentro de mí se derramaba/ siento cómo tú eres/ me siento como Dios y poderoso por un instante.
Pero después de un breve espacio de tiempo el sueño termina/ y mi cuerpo comienza a helarse,/ la vida parpadea como llama de una vela,/ Dios mío, te pido perdón si ahora lloro,/ antes de que pierda mi camino, no obstante me lo dijiste una última vez:/ fue aquella tarde que era un niño.
Como era un niño/ había soñado/que…Te dices no quiero…”
Un millón de gracias diamante, de corazón