miércoles, mayo 04, 2011

Escornabois






Fue una noche de verano inmensa
en la que un fallo interno le hizo aterrizar
sobre la resvaladiza carpa de este circo
nunca pudo reanudar de nuevo el vuelo y regresar.

Y desde entonces cada tarde del espectáculo forma parte
y entre el grito deslumbrado de la gente y elefantes
mira al cielo siempre cada noche
mientras su cuidador insistentemente...

Le conecta el corazón
al generador, cables tiene en vez de venas
le conecta el corazón
por ellas corren flúor y centellas.

Y aunque con sus alas helicópteras
quizás podría darle energía a su sistema
y emprender de nuevo el viaje a su planeta
él es fiel y siempre espera la energía eléctrica.

Como las banderas de la feria que querrían ser cometas y volar
como las banderas de la feria él envidia las estrellas

Le conecta el corazón
al generador, cables tiene en vez de venas
le conecta el corazón
por ellas corren flúor y centellas

Le conecta el corazón
y en sus ojos las pestañas son estrobos troficas
le conecta el corazón
igual que en una discoteca

mientras su cuidador...

Le conecta el corazón
al generador, cables tiene en vez de venas
le conecta el corazón
por ellas corren flúor y centellas

Le conecta el corazón
pobre escornabois
le conecta el corazón
el escarabajo rodó

Algora "Escornabois"

miércoles, febrero 16, 2011

Blood is the life


...y parece que aún sigo vivo...


viernes, junio 11, 2010

El rival de Z





Despojarme de mi camisa, de mi libro, de mi abrigo, de mi vida
Dejarlos todos, cáscaras vacías y hojas caídas
Ir en busca de alimento y de un manantial
De agua fresca.

Encontraré un árbol tan grueso como diez hombres robustos
Las claras aguas derramándose sobre sus cenicientas raíces
Encontraré bayas, manzanas silvestres y semillas,
Y lo llamaré mi hogar.

Le diré mi nombre al viento, y sólo al viento.
La locura nos alcanza o nos deja en el bosque
hacia la mitad de todas nuestras vidas. Mi piel será
ahora mi rostro.

Debo estar loco. La cordura abandonada junto a los zapatos y mi casa,
mis tripas rugen. Avanzaré a trompicones por la hierba
y volveré a mis raíces, a mis hojas, a mis espinas, a mis retoños,
y temblaré.

Dejaré la senda de las palabras para adenterarme en el bosque
Seré un montaraz, y saldré al encuentro del sol,
Y sentiré cómo el silencio aflora a mis labios
Como antes las palabras.

Música: Wim Mertens "Z's Riva""
Texto: Neil Gaiman "Renacer Salvaje"

viernes, mayo 14, 2010

Polvo Dorado

"Para haber luchado tanto por salir de este planeta, me está costando mucho dejarlo. Aunque dicen que cada molécula de nuestro cuerpo perteneció alguna vez a una estrella. Quizá no me esté yendo. Quizá esté volviendo a casa."

Gattaca


Con el paso de los años y echando la vista atrás, descubro que los momentos más importantes y felices de mi vida siempre han sido en compañía, en la vuestra, los de siempre, los que estais ahí a pesar de los pesares y los errores y aciertos de lo cotidiano. Cada micra que compone cada átomo que forma este continente de carne y huesos, es parte de vosotros también. Por absolutamente todo, GRACIAS.




"¿Cómo pasó tan rápido?"
Dirás mientras echas la vista atrás
y entonces entenderás que
todos teníamos polvo dorado
en nuestras manos
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Sights and Sounds
pull me back down
another year

I WAS HERE
I WAS HERE

Whipping past
the reflecting pool
me + you
skipping school

And we make it up
as we go along
We make it up as we
go along

You said --
you raced from Langley --
pulling me underneath
a Cherry Blossom
canopy
-- Do I Have --
Of course I have,
Beneath my raincoat,
I have your photographs.
And the sun on your
Face
I'm freezing that frame

And somewhere Alfie cries
and says "Enjoy his every smile
You can see in the dark
Through the eyes of Laura Mars"
-- How did it go so fast --
you'll say
as we are looking
back
and then we'll
understand
we held gold dust
in our
hands

Sights and Sounds
pull me back down
another year

I WAS HERE
I WAS HERE

Gaslights
Glow in the street
(flickering past)
Twilight held us
in her palm
as we walked along

And we make it up
as we go along
We make it up as we go along

Letting names
Hang in the
air
What color hair
(auburn crimson)
Autumn knowingly
Stared
And the day that
She came
I'm freezing that
Frame
I'm freezing that frame

And somewhere Alfie smiles
and says "Enjoy her every cry
You can see in the dark
Through the eyes
Of Laura Mars"

-- How did it go so fast --
you'll say
as we are looking
back
and then we'll
understand
We held gold dust
in our
hands

in our
hands

Tori Amos "Gold Dust"

viernes, abril 23, 2010

Burtonadas o el enganche a la vida




Había un niño taciturno,
de hombre y melón un injerto.
Tenía el ánimo nocturno
por desear tanto estar muerto.

Pero hay que tener cuidado
con qué cosa se desea.
Pues él acabó en jalea
tras un pisotón bien dado.




I can't sleep tonight
Everybody saying everything's alright
Still I can't close my eyes
I'm seeing a tunnel at the end of all these lights
Sunny days
Where have you gone?
I get the strangest feeling you belong
Why does it always rain on me?
Is it because I lied when I was seventeen?
Why does it always rain on me?
Even when the sun is shining
I can't avoid the lightning
I can't stand myself
I'm being held up by invisible men
Still life on a shelf when
I got my mind on something else
Sunny days
Where have you gone?
I get the strangest feeling you belong
Why does it always rain on me?
Is it because I lied when I was seventeen?
Why does it always rain on me?
Even when the sun is shining
I can't avoid the lightning
Oh, where did the blue skies go?
And why is it raining so?
It's so cold
I can't sleep tonight
Everybody saying everything's alright
Still I can't close my eyes
I'm seeing a tunnel at the end of all these lights
Sunny days
Where have you gone?
I get the strangest feeling you belong
Why does it always rain on me?
Is it because I lied when I was seventeen?
Why does it always rain on me?
Even when the sun is shining
I can't avoid the lightning
Oh, where did the blue skies go?
And why is it raining so?
It's so cold
Why does it always rain on me?
Why does it always rain...

Tim Burton "La melancólica muerte del Chico Ostra"
Travis "Why does it always rain on me?"

martes, marzo 23, 2010

El infierno de Dante

Aquí el tiempo es fluido —dijo el demonio.

Supo que era un demonio en el mismo momento en que lo vio. Simplemente lo sabía, del mismo modo que sabía que aquel lugar era el infierno. Ninguno de los dos podría haber sido otra cosa.

La habitación era alargada, y el demonio esperaba junto a un brasero humeante situado en el otro extremo. De las pare des de piedra gris colgaban multitud de objetos, objetos que no habría sido prudente ni tranquilizador inspeccionar de cerca. El techo era bajo, el suelo, extrañamente insustancial.

—Acércate más —dijo el demonio, y el hombre obedeció.

El demonio estaba flaco como un fideo e iba desnudo. Tenía muchas cicatrices, y parecía que le hubieran arrancado la piel en un pasado remoto. Tampoco tenía orejas, ni sexo. Sus labios eran finos y tenían un aire ascético; sus ojos eran demoníacos: habían visto demasiado y habían llegado demasiado lejos, su mirada hacía que el hombre se sintiera más insignificante que una mosca.

—¿Qué va a pasar ahora? —preguntó.

—Ahora —replicó el demonio, con una voz que no denota ba pena, ni tampoco deleite, tan sólo una rotunda y atroz re signación— vas a ser torturado.

—¿Por cuánto tiempo?

Pero el demonio se limitó a menear la cabeza y no respon dió a la pregunta. Empezó a caminar despacio a lo largo de la pared, paseando su mirada de objeto en objeto. En el extremo más alejado de la pared, junto a la puerta cerrada, había un lá tigo de nueve correas hecho de alambres pelados. Con una mano en la que sólo había tres dedos, el demonio lo descolgó de la pared y volvió junto al hombre, transportando el macabro instrumento con suma ceremonia. Colocó las correas de alam bre sobre el brasero y se quedó mirando cómo se calentaban.

—Eso es inhumano.

—Sí.

Los extremos de las nueve correas empezaban a adquirir un tono anaranjado.

Mientras alzaba el brazo para asestar el primer latigazo, dijo:

—Dentro de algún tiempo recordarás todo esto con cariño, incluso este momento.

—Eres un mentiroso.

—No —replicó el demonio—. Lo que viene después es peor —le explicó, justo antes de azotarle.

Entonces, las correas del látigo se estrellaron contra la es palda del hombre, desgarrando sus caras ropas, que ardían y se hacían tiras al contacto con los alambres incandescentes, y el hombre profirió un grito. Pero la cosa no había hecho más que empezar.

En las paredes esperaban aún doscientos once instrumen tos de tortura y, a su debido tiempo, habría de probar cada uno de ellos.

Cuando, por fin, la Hija del Lazareno, a la que había llega do a conocer muy íntimamente, fue limpiada y colocada de nuevo en la pared en el puesto doscientos doce, entonces, con una mueca de dolor, masculló:

—Y ahora, ¿qué?

—Ahora —respondió el demonio— es cuando viene el do lor de verdad.

Y así fue.

Todo cuanto había hecho en su vida y que habría sido mejor no hacer; cada mentira que había dicho —ya fuera a sí mismo o a otros—; cada pequeño dolor que había infligido, y los grandes también... cada uno de ellos iba siendo extraído de su interior, detalle a detalle, centímetro a centímetro. El demonio le fue arrancando a tiras la piel del olvido, desnudándolo hasta dejar sólo la verdad, y aquello le dolió más que cualquier otra cosa.

—Dime qué pensaste cuando ella salió por la puerta —dijo el demonio.

—Pensé que mi corazón estaba roto.

—No —replicó el demonio, pero en su voz no había odio—, no fue eso lo que pensaste.

Se le quedó mirando fijamente con sus inexpresivos ojos, y él no tuvo más remedio que apartar la vista.

—Pensé: ya nunca sabrá que he estado acostándome con su hermana.

El diablo seguía diseccionando su vida, momento a mo mento, cada instante. Aquello duró unos cien años, o quizá mil —tenían todo el tiempo del mundo— y cuando se acercaba ya el final, se dio cuenta de que el demonio le había dicho la ver dad: la tortura física había resultado más llevadera.

Y terminó.

Y una vez hubo terminado, volvió a empezar de nuevo. Sólo que ahora se conocía a sí mismo como no se había conoci do nunca, lo que de alguna manera lo hacía todo aún más inso portable.

Ahora, mientras hablaba, se odiaba con toda su alma. Ya no había mentiras, ni evasivas, ni sitio para otra cosa que no fue ran el dolor y la ira.

Estaba hablando. Había dejado de llorar. Y cuando terminó, unos mil años más tarde, rezó para que el demonio fuera hasta la pared y cogiera el cuchillo de despellejar, la pera oral o las empulgueras.

—Otra vez —dijo el demonio.

El hombre empezó a gritar. Estuvo gritando mucho tiempo.

—Otra vez —volvió a decir el demonio cuando hubo ter minado.

Era como pelar una cebolla. Esta vez, al revisar su vida, comprendió que todo tiene sus consecuencias. Vio el resultado de las cosas que había hecho, resultado del que no era cons ciente mientras las hacía; las mil maneras en que había dañado al mundo; el mal que había hecho a personas a las que no co nocía y con las que jamás se había tropezado. Era la lección más dura que había aprendido hasta ese momento.

—Otra vez —repitió el demonio, mil años más tarde.

El hombre se puso en cuclillas, junto al brasero, meciéndo se levemente, con los ojos cerrados, y relató la historia de su vida, reviviéndola según la iba contando, desde su nacimiento hasta su muerte, sin alterar nada, sin dejarse nada en el tinte ro, haciendo frente a todo. Abrió su corazón de par en par.

Cuando terminó, se quedó allí sentado, con los ojos cerra dos, esperando oír de nuevo aquella voz: «Otra vez». Pero el demonio permanecía en silencio. Abrió los ojos.

Se puso en pie, despacio. Estaba solo.

En el extremo opuesto de la habitación había una puerta abierta. Un hombre cruzó la puerta. Su rostro denotaba pavor, y también arrogancia y orgullo. El hombre, que iba vestido con ropa cara, avanzó vacilante unos cuantos pasos y luego se de tuvo.

Cuando vio al hombre, lo comprendió todo.

—Aquí el tiempo es fluido —le dijo al recién llegado.



Sígueme por el camino de la piel
y arráncame de cuajo el corazón
que todos los colores que te dije ayer
han coloreado el camino a recorrer,
y no dejan de crecer en mi mente
los fantasmas y lagañas de mala muerte ahh.

Y déjame crecer a tu lado estaré bien
no me sueltes, no me sueltes
y déjame creer en que todo saldrá bien
no me sueltes, no me sueltes

Mírame y no digas nada esta vez
Que el silencio nos ayudará a entender
De todas las palabras que se dicen sin saber
Deberían ser borradas del papel
O que no vuelvan otra vez a mi mente
los fantasmas y lagañas de mala muerte ahh

Y déjame crecer, a tu lado estaré bien
no me sueltes, no me sueltes.
Y déjame creer en que todo saldrá bien
no me sueltes, no me sueltes.

y déjame crecer, y déjame creer
no me sueltes, no me sueltes.

Neil Gaiman "Los otros"
Música: Alis "No me sueltes"

jueves, marzo 18, 2010

El Constructor de Mapas




Hace casi dos mil años, hubo un emperador en China que vivía obsesionado por la idea de cartografiar sus dominios.Había mandado levantar una maqueta a escala de China en una isla construida a tal efecto en uno de los lagos de su imperial hacienda, isla cuya construcción le costó una fortuna y la vida de varios de sus súbditos (las aguas de aquel lago eran frías y profundas). En dicha isla, las montañas eran del tamaño de una topera y los ríos como el más pequeño de los arroyos. El emperador tardaba una hora entera en recorrer el perímetro de su isla.

Cada mañana, con las primeras luces del alba, un centenar de hombres nadaban hasta la isla para reparar y reconstruir con sumo esmero cualquier detalle que hubiera podido verse alterado por las condiciones meteorológicas, las aves o una crecida inesperada de las aguas del lago; también eliminaban o remodelaban aquellas áreas que representaban territorios que habían sufrido inundaciones, terremotos o corrimientos de tierras, para que la maqueta fuera en todo momento una réplica exacta de la realidad.

Durante casi un año, el emperador se dio por satisfecho con esto, pero después sintió renacer de nuevo el descontento y, en el duermevela que precede al sueño, comenzó a idear otro mapa, pero esta vez a escala uno: cien. Es decir, un mapa que reproduciría todas y cada una de las cabañas, casas y palacios del Imperio, cada árbol, cada monte y cada animal, a una centésima parte de su tamaño.

Era un proyecto titánico, y hacerlo realidad supondría esquilmar las arcas del Imperio. Harían falta más hombres que estrellas hay en el firmamento: cartógrafos, topógrafos, agrimensores, censistas, pintores; y también maquetistas, alfareros, albañiles y artesanos. Serían necesarios al menos seiscientos soñadores profesionales para revelar la naturaleza de cuanto permanece oculto bajo las raíces de los árboles y en la profundidad de las más profundas cuevas y fosas marinas —pues el mapa, para ser perfecto, debería contener no sólo el Imperio visible, sino también el invisible.Ése era el proyecto que tenía en mente el emperador.

El ministro de su mano derecha trató de disuadirle una noche, mientras paseaban por los jardines del palacio, bajo una inmensa luna dorada.

—Debo advertir a su Alteza Imperial —comenzó el mi-nistro de la mano derecha— de que esta nueva empresa es...

Y en este punto, le faltó valor para seguir. Una carpa plateada turbó la superficie del estanque, rompiendo el reflejo de la dorada luna en mil lunas diminutas y, después, aquellas lunas volvieron a fundirse para formar un solo reflejo dorado, que quedó flotando sobre las aguas teñidas de cielo, un cielo tan rabiosamente purpúreo que a nadie podría parecer negro.

—¿Imposible? —preguntó el emperador, en tono afable.

Cuando un emperador o un rey se muestra así de afable, hay que echarse a temblar.

—Todo cuanto el emperador desea es siempre, y por su propia naturaleza, posible —replicó el ministro de la mano derecha—. No obstante, será oneroso. Para sufragar un mapa de esas características haría falta todo el tesoro imperial. Su Majestad tendría que evacuar ciudades y aldeas enteras para poder disponer de un lugar donde construirlo. Sus herederos serían demasiado pobres para gobernar el país que Su Majestad les legaría. Como consejero suyo que soy,faltaría a mi deber si no le advirtiera del riesgo que corre.

—Es posible que tengas razón —dijo el emperador—. Es posible. Pero, aun suponiendo que siguiera tu consejo y me olvidara del mapa, la idea me atormentaría de por vida, y me impediría paladear la comida y el vino. El emperador se detuvo. Desde un lejano confín de los jardines, les llegó el canto de un ruiseñor. —Pero este mapa —le dijo el emperador, en tono confidencial— no es más que el principio. Porque, antes incluso de que esté terminado, volveré a sentir este mismo anhelo y empezaré a fraguar la que ha de ser mi obra maestra.

—¿Y cuál es esa obra maestra? —preguntó, cauteloso, el ministro de la mano derecha.—Un mapa de mis dominios en el que cada casa estará representada por una casa a tamaño natural; cada montaña, por una montaña de igual altura; cada árbol, por un árbol del mismo tamaño y especie; cada río, por un auténtico río; y cada hombre, por un hombre de carne y hueso.

El ministro de la mano derecha se inclinó con gran ceremonia y siguió al emperador hasta el palacio imperial, manteniendo en todo momento la distancia de rigor, y sumido en una profunda reflexión.

Cuentan las crónicas que el emperador murió mientras dormía. Así consta en el archivo imperial y así sucedió, aunque cabría señalar también que alguien le asistió en su último trance; y a su hijo primogénito, que le sucedió en el trono, no le interesaban lo más mínimo los mapas ni la construcción de mapas.

La isla que había en mitad del lago fue transformada en una reserva de aves salvajes. Perforaron las diminutas montañas de barro con el pico para hacer sus nidos, y las aguas del lago fueron erosionando la isla y, con el tiempo, la deshicieron por completo, y sólo quedó el lago.

El mapa desapareció, y también su constructor, pero el país siguió viviendo.

Neil Gaimann "Objetos Frágiles"
Música: Armand Amar "La Génèse"