viernes, marzo 12, 2010

El Secreto de la Felicidad



"Cierto mercader envió a su hijo con el más sabio de todos los hombres para que aprendiera el secreto de la felicidad. El joven anduvo 40 días por el desierto hasta que llegó a un hermoso castillo en lo alto de la montaña, allí vivía el sabio que buscaba. Sin embargo en vez de encontrar a un hombre santo, nuestro héroe entró en una sala y vio una actividad inmensa: mercaderes que entraban y salían, personas conversando en todos los rincones, una pequeña orquesta que tocaba melodías suaves y una mesa repleta de los más deliciosos manjares de aquella región del mundo. El sabio conversaba con todos y el joven tuvo que esperar dos horas para que lo antendiera. El sabio escuchó atentamente el motivo de su visita, pero le dijo que en aquel momento no tenía tiempo de explicarle el secreto de la felicidad. Le sugirió que diera un paseo por su palacio y volviera dos horas más tarde. Pero "Quiero pedirte un favor" añadió el sabio entregándole una cucharita de te en la que dejó caer dos gotas de aceite". "Mientras caminas, lleva esta cucharita y cuida que el aceite no se derrame".
El joven comenzó a subir y bajar las escalinatas del palacio, manteniendo los ojos siempre fijos sobre la cuchara. Pasadas las dos horas retornó a la presencia del sabio. "¿Qué tal?", preguntó el sabio. "¿Viste los tapices de persia que hay en mi comedor?, ¿Viste el jardín que el maestro de los jardineros tardó 10 años en crear? ¿Reparaste en los viejos pergaminos de mi biblioteca?. El joven avergonzado confesó que no había visto nada. Su unica preocupación había sido no derramar las gotas de aceite que el sabio le había confiado. "Pues entonces vuelve y conoce las maravillas de mi mundo", dijo el sabio."Porque no puedes confiar en un hombre si no conoces su casa".
Ya más tranquilo el joven tomó nuevamente la cuchara y volvió a pasear por el palacio esta vez mirando con atención todas las obras de arte que adornaban el techo y las paredes. Vio los jardines, las montañas a su alrededor, la delicadeza de las flores, el esmero con que cada obra de arte estaba colocada en su lugar. De regreso a la presencia del sabio le relató detalladamente todo lo que había visto. "¿Pero dónde están las dos gotas de aceite que te confié?", preguntó el sabio. El joven miró la cuchara y se dio cuenta que la había derramado."Pues este es mi único consejo", le dijo el sabio de los más sabios. "El secreto de la felicidad está en mirar todas las maravillas del mundo pero sin olvidarse nunca de las dos gotas de aceite en la cuchara".




¿cuántas cosas dejan huella?
¿cuántas cosas se recuerdan?
¿cuántas brillan en el tiempo aunque no están?
¿cuántos rastros? ¿cuántas cosas?
¿cuánto al fin es lo que importa?
¿qué momento en la vejez te abrigará?

un parto una sonrisa una ilusión
aquel abrazo una canción
la lluvia dibujada en el cristal
un beso una caricia la emoción
de aquel encuentro una razón
la tarde que desgasta la ciudad

¿cuántas cosas dejan huella?
¿cuántas cosas se recuerdan?
¿cuántas brillan en el tiempo aunque no están?

la plaza roja un cuadro de van gogh
aquella extraña palidez
una ciudad torcida un resplandor
un niño que dormita en un rincón
toda esa torpe dejadez
la prisa incontrolada del reloj

¿cuántos rastros? ¿cuántas cosas?
¿cuánto al fin es lo que importa?
¿qué momento en la vejez te abrigará?

la luna y esa dulce sensación
de amarlo todo de una vez
las brasas que aún incendian la pasión
la calle la cornisa y el balcón
el mapa mudo de tu piel
el fruto merecido del amor

¿cuántas cosas dejan huella?
¿cuántas cosas se recuerdan?
¿cuántas brillan en el tiempo aunque no están?
¿cuántos rastros? ¿cuántas cosas?
¿cuánto al fin es lo que importa?
¿qué momento en la vejez te abrigará?

Pedro Guerra "Huellas"

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