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Abrazando con
los ojos la
métrica desgastada
de un corazón
sin rumbo,
topé con una
orilla en calma
preñada de avellanos
y tímidas medias lunas
Allí perdí el temor
a acariciar la
ortiga con la llema
del corazón
y desgarrando la melaza
de los impunes e
inevitables minutos;
me abandoné
al ritmo de sus
caprichosas olas.
Evanggelos
2 comentarios:
Bienaventurados los que encuentran una orilla y son felices, desde la balsa que aleja las olas se les desea que la dicha sea eterna.
Buenas, cuanto tiempo sin saber de ti. Me parece que tu blog está un poco melancólico, no? A ver si algun finde que vaya para mi casa coincidimos y podemos hablar por el messenger. Creo que navegando por los interneses me encontré un no-no, pero no estoy seguro, estas cosas nunca se sabe, lo mismo ladra que maulla, uno no sabe si usarlo de llavero o de almohada, son muy complicados estos aparatos con el libro de instrucciones en japones.
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