lunes, enero 22, 2007

Una tarde de sol


Abrazando con
los ojos la
métrica desgastada
de un corazón
sin rumbo,
topé con una
orilla en calma
preñada de avellanos
y tímidas medias lunas

Allí perdí el temor
a acariciar la
ortiga con la llema
del corazón
y desgarrando la melaza
de los impunes e
inevitables minutos;
me abandoné
al ritmo
de sus
caprichosas olas.

Evanggelos

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bienaventurados los que encuentran una orilla y son felices, desde la balsa que aleja las olas se les desea que la dicha sea eterna.

javi-al dijo...

Buenas, cuanto tiempo sin saber de ti. Me parece que tu blog está un poco melancólico, no? A ver si algun finde que vaya para mi casa coincidimos y podemos hablar por el messenger. Creo que navegando por los interneses me encontré un no-no, pero no estoy seguro, estas cosas nunca se sabe, lo mismo ladra que maulla, uno no sabe si usarlo de llavero o de almohada, son muy complicados estos aparatos con el libro de instrucciones en japones.